Resumen:
Según García (2012) la educación socioemocional implica el desarrollo y la práctica de la inteligencia emocional y las competencias blandas, que normalmente se asocian con los rasgos de personalidad. Este proceso formativo es neuroplástico, lo que significa que se puede enseñar y desarrollar, ayuda a los estudiantes a aprender habilidades como estilos de crianza positivos y entornos protectores. Afortunadamente, estas habilidades son flexibles y pueden ser aprendidas y mejoradas durante toda la vida, sin importar su edad o el entorno en el que nos encontremos.
Los seres humanos tienen una tendencia natural a relacionarse con otros, y los niños no son una excepción a esta regla, desde que nacen pasan por un proceso social y afectivo que los acompaña durante toda su vida, desde el vientre establecen lazos con la madre, y cuando son expuestos al mundo, su capacidad social se expande al encontrarse con sus pares en las diferentes etapas de su vida; superando el egocentrismo, que tiene lugar a los dos años de vida, hasta llegar a una maduración social y emocional que le hace comprender que no puede trabajar por sí solo, sino que necesita de los demás.